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Cómo hacer de la fotografía acuática un estilo de vida

Alex Postigo es una persona conectada de muchas maneras con el mar y los océanos. Es surfer, fotógrafo y aventurero. Y su especialidad es la fotografía acuática, donde sus fotos logran transmitir momentos muy exactos de un medio en continuo movimiento. Su ímpetu por innovar en este campo, su pasión y su afán de aventura hacen que Alex esté siempre de aquí para allá, en países como Indonesia, Hawaii, Nicaragua y unas cuantas costas españolas, como Canarias, País Vasco o Galicia, entre otros. Todo esto ha despertado nuestro interés para acabar haciéndole estas 7 preguntas, con sus 7 respuestas, para conocerlo un poco mejor.

“Cuando estoy haciendo fotos en el mar, dejo de medir el tiempo en horas, minutos y segundos. Lo mido en cuántas fotos me quedan para llenar la memoria de 32GB de la cámara.”

Cuéntanos un poco de ti y de cómo te metiste en esto de la fotografía acuática.

Mi admiración por el mar comenzó desde que tengo uso de razón. Desde pequeño tuve claro que, hiciese lo que hiciese en un futuro, tenía que tener cerca el mar. A finales de 2008 me regalaron mi primera tabla de surf: ahí fue cuando empezó todo. La pasión por este deporte se convirtió en nuestra forma de vida, y digo nuestra porque en mi casa pegó fuerte. Junto a mis tres hermanos no podíamos pensar en otra cosa.

Más tarde comencé a estudiar Diseño Gráfico en Valencia, y fue ahí, en clase de fotografía, donde tuve mi primera réflex. A partir de ese momento, empecé a sentir curiosidad. Me la llevaba cada vez que iba a surfear y les sacaba fotos a mis amigos, nada serio. De vez en cuando también me metía a tirar fotos con la GoPro desde el agua. Ahí era donde mejor me lo pasaba. Cuanto más cerca de la acción mejor. Año y medio después, notaba que se me quedaba pequeña. Necesitaba más, así que decidí invertir en una carcasa para poder meter la réflex dentro del agua. Fue entonces cuando me plantee las cosas seriamente. No fue fácil. Hoy en día hacer fotos está al alcance de todo el mundo, por lo que hacer de esto una profesión era tan bonito como difícil. Y por si fuese poco, vivía en el Mediterráneo. Sin comentarios. Aunque la realidad de todo esto es que lo veía más como una motivación que como un impedimento.

A día de hoy, dos años y medio después, estoy contento de haberme dejado llevar. Siento que puedo expresarme a través de la fotografía y transmitir mi pasión hacia el mar. Es una sensación muy gratificante.

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Hay muchas opciones con este tipo de fotografía, pero ¿qué es lo que más te gusta fotografiar dentro del mar? 

En general, todo lo que esté relacionado con el mar me vuelve loco. Es un medio en el que me siento muy a gusto. Si tengo que destacar en qué he invertido más horas, diría claramente las olas vacías. Son mis protagonistas principales. El hecho de vivir en el Mediterráneo me ha obligado a adaptarme y buscar esas pequeñas rompientes de roca que crean olas perfectas, pero imposibles de surfear. Personalmente, me gusta que mi fotografía tenga variedad y no se centre en un solo tema, pero tengo que reconocer que cuando hago este tipo de instantáneas, me encuentro nadando solo en el agua. Siento una conexión especial con la naturaleza y conmigo mismo que es difícil de expresar con palabras. A lo mejor todo esto podría sonar muy poético, y como he dicho antes, difícil de comprender a través de mis palabras. Sin embargo, a través de la fotografía, encuentro la manera perfecta para expresar esas sensaciones y muchas más.

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“Últimamente, aventura para mí se ha convertido en no saber dónde voy a estar dentro de una semana o dentro de un mes.”

¿Cuántas horas eres capaz de permanecer en el agua creando imágenes? 

La verdad es que las horas que paso en el agua a veces me sorprenden hasta a mí. Cuando estoy haciendo fotos en el mar, dejo de medir el tiempo en horas, minutos y segundos. Lo mido en cuántas fotos me queda para llenar la memoria de 32GB de la cámara. Unas 1.000 fotos más o menos para que os hagáis una idea. Aunque a decir verdad, eso solo lo puedo hacer en el Mediterráneo, ya que en otras partes hay mareas y las condiciones óptimas solo suelen aguantar de dos a tres horas. Tiempo más que razonable para hacer un descanso (risas). En cambio en casa he llegado a estar ¡hasta 4 horas seguidas más de una vez!

Ya que tu pasión y tu profesión están ligadas (extremadamente) con la aventura, ¿podrías definirnos qué es aventura para ti?

Buena pregunta. Es complicado definir qué es una aventura. O mejor dicho, en qué momento deja de serlo. Pienso que aventura podría ser todo aquello que te saca fuera de tu zona de confort. En mi caso, cada vez que salgo a hacer fotos cuenta como una nueva aventura. Sinceramente no pienso que una aventura tenga que ver con un lugar concreto, o irse lejos. Salir ahí fuera, exponerte al mundo, aprender y vivir es realmente una aventura para mí. En el momento en que descargo material nuevo, sea de donde sea, ya es aventura. Porque, al fin y al cabo, son momentos de mi vida que quedan plasmados para siempre, y me han aportado muchas cosas. Últimamente, aventura para mí se ha convertido en no saber dónde voy a estar dentro de una semana o dentro de un mes. Tiene su parte divertida, pero también su lado negativo. Aunque esa incertidumbre, ahora que estoy empezando, hace que sea exigente con mi trabajo. También me ayuda a centrarme en aprovechar el 100% de cada momento. Hoy en día, con las redes sociales, nunca sabes quién se puede fijar en tu trabajo.

Paisaje

Últimamente has estado en muchos sitios. ¿Cuál de ellos es el que más te ha gustado?

En los dos últimos años he viajado bastante, pero mi carrera como fotógrafo todavía es joven. Y pienso que todavía me queda mucho mundo por recorrer. Eso hace que, de momento, no tenga un favorito. Todos tienen algo con lo que me quedaría y algo por lo que volvería. Como, por ejemplo, la hospitalidad de Nicaragua, los paisajes de Hawaii, el ‘In-N-Out’ de California o lo barato que es Indonesia. Son algunas de las cosas que podría llamar favoritas. Aunque, a decir verdad, lo que hace que un viaje sea épico es con quién lo compartes y la gente que te cruzas por el camino.

Cuéntanos alguna anécdota de alguno de tus últimos viajes.

Son muchas las anécdotas que podría contaros, pero hay una en especial que nunca olvidaré. Fue a finales de junio del año pasado. Me encontraba en Bali con un buen amigo. Ya llevábamos casi un mes por allí cuando anunciaron unas olas épicas. Por lo visto, no se había visto nada así en los últimos 50 años. Iba a ser un combo perfecto. Abrías Facebook y no había otro tema en los medios relacionados con el surf. Después de comentar si íbamos a permanecer en Bali o movernos a otra isla, decidimos quedarnos a ver el espectáculo. De buena mañana, nos asomamos a Uluwatu para contemplar a diez valientes esperando las olas, sabiendo que, durante esos días, todos los ojos iban a estar pendientes de este fenómeno. No podía perder ni un segundo en captar todo lo que sucedía. A medida que pasaba el día, nos asomamos al acantilado de Padang Padang. No habían 5 metros como en Uluwatu porque estaba un poco más resguardado, pero no dejaba de ser perfección absoluta. Desde fuera, me atrevería a decir que habían mas de 60 cámaras venidos de todo el mundo captando lo que pasaba. Y tan solo 6 fotógrafos en el agua. Sin darle mucho tiempo a mi cabeza para asimilarlo, decidí cambiarme, montar la carcasa y dirigirme hacia la playa para unirme a la primera línea de combate. Estaba masificado de surfistas, pero muy pocos fotógrafos ¡Era una oportunidad que no podía dejar pasar! Cuando tuve el agua por las rodillas, vi caer una de las series. En aquel momento no me hizo mucha gracia, la verdad, pero llegados a ese punto no podía echarme atrás. La adrenalina en ese momento era demasiada como para volver de brazos cruzados. Así que me tire y me dejé llevar por la corriente hasta la ultima sección de la ola. Fue fácil llegar. El dilema iba a ser cómo salir, ya que la corriente que se generaba en el canal era muy fuerte. La tensión se palpaba en el ambiente. Los locales eran los reyes y, con las condiciones que había, no se desperdiciaba ninguna ola. Los tubos más anchos que altos. Y, con ese potencial en el agua, no quería ni pensar en salir. Sin embargo, después de tres horas y de comerme alguna que otra serie, era momento de resolver el dilema de cómo salir. Me fijé que un par de fotógrafos intentaban salir justo por el pico dirección al acantilado. Claramente era una zona libre de corriente, pero peligrosa. Porque si te cazaba una ola estabas perdido. Después de varios intentos fallidos, los vi nadar con todas sus fuerzas hacia las rocas. Y, sin dudarlo ni un segundo, decidí unirme a ellos. El resultado final fue satisfactorio. Unos cuantos arañazos por el coral, pero llegué a la playa con una sonrisa de oreja a oreja. Acto seguido, me fui corriendo a la habitación a pasar todo el material. Sin ninguna duda, uno de los momentos más memorables que he vivido en el agua hasta ahora.

Rowan Douglas

¿Qué proyectos hay a la vista?

Tengo unos cuantos proyectos en los que estoy trabajando. Pero todavía es pronto para dar detalles sobre ellos. No me gusta hablar antes de tiempo por si las moscas. Prometo que os mantendré informados. Lo que si que puedo adelantar seguro es mi próxima parada: Las Maldivas. Voy a estar haciendo fotos en un barco la última semana de mayo. Y junio en un Surf Camp de la zona. Todo surgió gracias a un amigo que estaba organizando viajes para promocionar su proyecto Elite Surf Coaching. Me comentó que le gustaba mucho mi trabajo y me ofreció ser el fotógrafo ¡Cualquiera le dice que no a un plan como ese! (Risas). Así que con muchas ganas de esta nueva etapa. Y con muchas fotos en mente que quiero hacer aprovechando esas playas desiertas y la vida marina de las islas.

Para terminar con la entrevista, por favor Alex despídete de nosotros con una fotografía que nos inspire mientras estemos trabajando. ¡Y gracias por tu tiempo!

Despedida

13th mayo, 2016 |